jueves, 18 de agosto de 2011


La laguna de las sirenas


Le pedimos a Teo que apague el motor, el peque-peque se detiene en medio de la laguna meciéndose de un lado a otro con ligereza. El balanceo de las ondas hace que la barquita cruja disimuladamente.
Vemos a las garzas caminar por la orilla levantando sus patitas de alambre mientras remueven el fango para dar captura a los desafortunados pescados que quedaron atrapados en el espeso barro. Algunas levantan el vuelo sobre nuestras cabezas, tan cerca que podemos distinguir sus cuellos encorvados y firmes cortando el aire.
Está cayendo la tarde. Del agua plateada salen burbujas que estallan al chocar con la superficie. Teo nos explica que son unos peces que se esconden bajo la tierra y al moverse expulsan el aire en pequeñas burbujas.
Sobre los árboles la luna infinita se asoma, de un amarillo intenso, brillante, la selva me regala el cielo más hermoso que veré nunca.
A lo lejos el puerto llamea, sobre el agua centellean las luces como cohetes fosforescentes. Se escuchan los cantos de los bufeos que salen a despedir el día. Cuando llega la noche se convierten en hermosos hombres. Las jóvenes más bellas de la comunidad son las desventuradas. Engañadas por los peces son llevadas al fondo de la laguna para no regresar nunca. ¨Así nacen las sirenas¨ nos cuenta Teo.
Yo siempre quise ser sirena.
Prende el motor de nuevo y el ronroneo de la máquina me adormece.
Cuando despierto estoy bajo el agua. Bajo mi ombligo nace una cola repleta de escamas.


A.Benlloch

lunes, 1 de agosto de 2011

Mientras duermes


A veces cuando duermes me quedo mirandote, la forma que hacen tus ojos oscuros como una línea recta perfecta poblada de pestañas kilometricas, identicas. La pequeña señal que tienes en la frente, justo donde comienza la ceja. Tus bigotes de gato visionario y tu boca constreñida por el sueño, dos labios recios perfectos, que minutos antes corretearon los mios en medio de la modorra y el calor de la cama. Buscandonos en la oscuridad y enredandonos bajo el peso de las sabanas. Me gustan tus orejas, son blanditas y elásticas.
Te mueves, bajo tus párpados sellados se ocultan dos pupilas negras, en constante agitación fantasiosa, estás soñando. Imágenes visionarias de un mundo lleno de disparates fascinantes, me pregunto si saldré en ese sueño.
Es a veces cuando te miro dormido que empiezo a conocerte de nuevo. Tu pecho se mueve bajo el edredón, respira tranquilo, da un patada y regresa, se acurruca y resopla, como si supieras que alguien está observándote, en silencio.
A ratos hablas, no te entiendo muy bien pero igual te respondo, como un modo de introducirme en tu viaje, me da la risa y aguanto la carcajada sobre la almohada.
Por momentos me eres desconocido, frente a mi se rebela la materia de un ser al que apenas comprendo. Dormido eres totalmente libre, independiente. Imposible de alcanzar. Solo hace dos años que tropezamos, de casualidad. Y ahora duermo a tu lado, velando tus sueños, observando tus rasgos como a los de un extraño.
Llega mi sueño, poco a poco siento como calma mi cuerpo, mis párpados pesados luchan por mantenerse despiertos, frente a mí tu rostro se torna borroso, me acurruco buscando el regazo de la almohada y me convierto en un feto arropado por la cama. Siento una mano que en la oscuridad me busca inquieta, encajamos, como dos piezas perfectas, hechos uno, tu respiración está ahora en mi pecho. Entonces llega, atrás quedaron las dudas y los miedos.


A.Benlloch