Mi iaia Pepita
Mi iaia se llama Pepita, tiene 83 años y hace 6 años se quedó viuda.Ella vive en Godella, donde nació, creció, se casó y tuvo a siete hijos, entre ellos mi madre.De muy chiquita quedó a cargo de su abuela y su tío. Antes, las familias estaban hechas de otro molde, la necesidad obligaba a muchas madres a “regalar” a sus hijas a otros familiares para que estos, pudiesen hacerse cargo de ellas a cambio de trabajo.Fue algunos años telefonista, y toda, toda su vida, ha trabajado para unos y otros, limpiando, cocinando, criando hijos y después nietos, entre ellos a mi.La vida de mi iaia no fue fácil, como las de muchas mujeres humildes durante la guerra y posguerra enla España franquista.Mi iaia con mis tíos y tías
vivieron en una cueva, en las cuevas de Godella, el barrio pobre del pueblo,
donde las casas se construían hacia abajo entre rocas y piedras de la tierra y
se pintaban con cal blanca que resistía las lluvias. “Eran otros tiempos” me
dice a veces… En el pueblo, le llaman la rateta, y es que sus ojos son chinitos
cuando sonríe y sus dientes pequeños como las ratitas, que todo pican cuando
cocina.Siempre brilló por su
comida, le encanta bailar pasodobles y rumbas y de niña, también me dormía con
las canciones que también le cantó a mi madre y a mis tías.Pepita se viste con tacones,
faldas ajustadas y vivos colores. Se peina el cabello y se pinta los labios de
rojo carmín, después de darle un poco de sombra a los ojos y ponerle colorete a
las mejillas, es cuando está lista para ir a bailar. Los fines de semana se reúne
con las amigas. En el baile tiene varios pretendientes, todos, hombres mas
jóvenes que se pelean por bailar la rumba con ella, el pasodoble o el tango. No
importa. Lo que mi iaia les conceda.Ella se mata de risa contándomelo,
como una niña para la que no pasa el tiempo, divertida y coqueta, sabe que el
mundo es suyo y es hora de divertirse.Mi iaia se va de excursión,
viaja a menudo y hace campeonatos de parchís. En verano, también toma la fresca
con las amigas mientras cantan canciones de la infancia aunque de algunas ya casi ni se acuerdan.Le gusta lucir bañador en el
río y en la playa, tomar el sol y caminar hasta que el cuerpo aguante. A veces,
se pinta las uñas de los pies mientras critica a los políticos que abusan de
todo.Le gustan los programas de
reportajes, de esos que viajan por el mundo. Siempre que sale Perú me cuenta,
como si esperara encontrarme de pronto. Me gusta mirarla cuando habla,
como siempre sonríe de las cosas, y aunque a veces llora, no le importa, es una
sensiblona.
Mi iaia es una mujer increíble, y hoy quise escribir sobre ella, para que todo el mundo sepa la suerte que tengo de tenerla, de haberla conocido y disfrutarla, aunque ahora no pueda hacerlo tan de seguido.
Solo espero, llegar a su edad como es mi abuela, y como fue toda su vida: alegre, luchadora y valiente. La mejor abuela del mundo, independiente, segura y fuerte.
A.Benlloch
Mi iaia se llama Pepita, tiene 83 años y hace 6 años se quedó viuda.Ella vive en Godella, donde nació, creció, se casó y tuvo a siete hijos, entre ellos mi madre.De muy chiquita quedó a cargo de su abuela y su tío. Antes, las familias estaban hechas de otro molde, la necesidad obligaba a muchas madres a “regalar” a sus hijas a otros familiares para que estos, pudiesen hacerse cargo de ellas a cambio de trabajo.Fue algunos años telefonista, y toda, toda su vida, ha trabajado para unos y otros, limpiando, cocinando, criando hijos y después nietos, entre ellos a mi.La vida de mi iaia no fue fácil, como las de muchas mujeres humildes durante la guerra y posguerra en
Mi iaia es una mujer increíble, y hoy quise escribir sobre ella, para que todo el mundo sepa la suerte que tengo de tenerla, de haberla conocido y disfrutarla, aunque ahora no pueda hacerlo tan de seguido.
Solo espero, llegar a su edad como es mi abuela, y como fue toda su vida: alegre, luchadora y valiente. La mejor abuela del mundo, independiente, segura y fuerte.
A.Benlloch