miércoles, 5 de diciembre de 2012

Los tipos duros también lloran 

A modo de despedida efímera, prolongada o definitiva, me hubiese gustado escribirte una carta real. Pero el corrector ortográfico no es tan bueno y los tiempos, no son los que desearía.

Durante todo este tiempo que he estado recordando cosas, esas que me hacen sentir bien, a tu lado, no me maldigo de ninguna manera, si no que me hace pensar cual es la razón de toda la desconfianza que te he profesado.
Tal vez demasiadas películas de Bruce Willis en mi infancia creyendo que los tipos duros no bailan ni lloriquean en una situación límite. Lo que siempre me preocupó, es que el personaje absorbiese al actor y creo que lo de controlar el método Stalisnavski no es lo mío.
Siempre me has hablado de compartir cosas y yo sin embargo he estado obsesionado por otras.
Todo esto; la separación, la ausencia, me ha servido para mirar hacia dentro y darme vuelta a las tripas. Me he preguntado muchas veces desde que te fuiste si todo hubiera sido mejor, pues no lo sé, ni lo sabré nunca.
Para qué mentirte, después de tanto tiempo, en muchos momentos te pensé como una carga, sí, hay cosas que no son justas y ésta es una de ellas.
Cuando una y otra vez me reiterabas que tenías  cosas adentro tuyo, yo ya sabía, que todo lo que tenías que sentir y que hacer no las harías nada más que para ti.
Nunca te amé tanto, como el año que compartimos nuestras vidas en aquel destartalado departamento, sin muebles y cayéndose a pedazos.
De algún modo te retuve a mi lado más tiempo del que habrías deseado. Tanto, que nunca tuve el valor de pedirte que te quedaras y te acompañé a la estación llevando tus maletas.
Aún conservo el libro desteñido y usado que me regalaste, con esa dedicatoria a modo de despedida, donde se desdibuja un corazón a lápiz entre las líneas.
Referente al vacío que me dejaste, no lo puedo sustituir por otro, simplemente queda ahí. Realmente no es una falta, es la consecuencia de algo que ya venía rondando hacia tiempo.
No tengo idea que devolverá de mi esta partida, me seduce pensar que pueda alguna vez, verte viejita y arrugada y peinarte el cabello.
Y aunque me joda, no voy a negarlo, me alegra saber que es un buen tipo el que está a tu lado, y que tienes con él más cosas en común de las que pensé que tendrías conmigo.
Al final, solo me queda decir, que los tipos duros sí bailan, lloran, se emocionan y luchan solamente por las cosas que merecen la pena.

A.Benlloch