lunes, 19 de julio de 2010


Belen

Belen es un lugar increíble, humilde, mágico y extraño. No puedo evitar preguntarme como la gente se adapta a vivir de ese modo. Elmer trabaja con turistas en Iquitos. Lo encontramos en el malecón de la ciudad y nos ofrece su bote para conocer las casas flotantes de Belen. Está atardeciendo. El cielo se pone de un rojo intenso y al reflejo con el amazonas puedes escuchar los rugidos del sol despidiendo el día.
Ahora es verano en la selva, o al menos, no es época de lluvias, por eso el río está bajo y las casitas se posan sobre la tierra. Así viven mitad del año. La otra mitad, cuando llueve constantemente, el río crece desmesuradamente, y las casas, costruidas con troncos y hojas de palmeras, flotan sobre sus aguas como por arte de magia.
Solo puedes acceder a través de canoas. Llegamos al barrio de San José, bajamos del pequepeque y caminamos por sus calles repletas de lodo. Los niños juegan felices por sus calles, pronto, todo estará de nuevo innundado.
Conocemos a su familia, sus hijos pequeños acompañan a su madre que vende chucherías en la puerta de su casa. Nos cuenta que cuando crece el río, las farolas se apagan porque las cubre el agua. Solo tienen la luz de las casas o el fuego de las velas.
Me acuerdo de Venecia, y lo poco en común que en verdad tienen pese a vivir sobre el agua.
Al día siguiente conocemos el mercado, situado en Belen Alto, 36 cuadras de mercado. Todo lo que quieras encontrar lo tienes en Belén. Sus callejuelas encharcadas con un agua oscura y cientos de puestos repletos de comida. Carnes, pescados, frutas, macerados, jugos, tabaco... Intensos olores que mezclados en el aire se incrustan hasta lo más profundo de tus fosas nasales. Unos suris se mueven entre el serrín desesperados, los gorditos gusanos son un suculento alimento muy cotizado.
Llegamos a Pasaje Paquito, donde todos los remedios naturales se exponen bajo el abrasador sol de la selva. Amuletos, sangre de grado, ayahuasca, siete raíces... son solo un ejemplo de todo lo que te ofrecen. "Que andas buscando amigo? dolores de estómago, de huesos, afrodisiacos...?". El paraíso abandonado.
Nos asomamos al malecón, la entrada a las casas flotantes y el lugar más pobre de Belen e Iquitos. Elmer nos recomienda no entrar. No se hace responsable de lo que llí nos pueda pasar. Ya sabemos que no hay lugar más peligroso que donde existe verdadera necesidad.
Pese a todo, yo no siento el peligro. A lo lejos unos niños juegan felices descalzos sobre el pasto. Nadie que ría así puede ser infeliz.

A.Benlloch
Abraham

Abraham tiene 47 años, aunque parece de 70. Su vieja bicicleta le acompaña a todos lados. En la plaza de Chiclayo se acerca a nosotros y se pone a conversar. Así es como le conocemos.
Hablamos de diferentes cosas hasta que me pregunta si creo en Dios. El dice que lo sintió caminar a su lado en la selva, cuando se escondía de día y caminaba de noche.
Tras una intensa conversación sobre la biblia y sus interpretaciones, nos cuenta su historia a tirones que prefiere no recordar.
"Yo hice cosas malas" admite. "Cuando la gente solo quiere una bolsa de arroz o azúcar es capaz de cualquier cosa. Cuando pruebas el dinero, olvidas a Dios por completo".
Nos cuenta que vivió en la selva, que como mucha gente allí, terminó en el negocio de la droga. "Tenía sacos negros de dólares enterrados".
Era líder en una pequeña comunidad cerca a Tingo María. Entonces llegó Sendero Luminoso, le obligaron a representar a Sendero en ese lugar. Se negó, lo maniataron y lo subieron al monte.
Allí arriba, junto a otros dos pobres diablos esperaron al carnicero. Un tiro en la cabeza y al foso de los muertos. Nadie nunca más sabría de él.
"Rogué al señor que me perdonara, que igual que llegué sin nada me dejara ir. Ya no quería mi dinero, solo seguir viviendo".
No sabe cómo, escapó. Se lanzó ladera abajo rodando con las manos atadas. llegó de cabeza al suelo y entre los cadáveres, víctimas de Sendero, se escondió para no ser encontrado.
Aún recueda los gritos al fondo "Uno se escapó!".
Pasaron días, semanas en la selva, no sabe el tiempo exacto. De día escondido para no ser encontrado. De noche caminando.
Estaba seguro que de esa ya no salía, la selva, es un lugar hostil y peligroso si no la conoces ni la respetas. Si no era devorado por un animal, era consumido por su propia hambre.
No sabe como, logró salir con vida.
Ya no confíaba en nadie. La gente le causaba terror y desconfianza.
Sus cansados ojos marrones brillan al recordar su historia. Cada arruga exalta el sufrimiento de los años en su rostro.
Ahora, no puedo debatirle que Dios no le acompañó esos días.
Se levanta, y apunta nuestros nombres en una vieja libretita que le acompaña.
Lo vemos partir, y a nosotros se nos queda un sabor amargo con su historia. Me pregunto cuan fácil puede ser superar eso y seguir adelante.
A lo lejos nos mira por última vez y sonríe. Ahora se cuan agradecido está de seguir vivo.

A.Benlloch

Mi viaje cósmico

26.06.2010

Hoy es el día esperado. Winston está por llegar junto con el resto de personas. Vamos a tomar Ayahuasca. Así surgió, después de un tiempo seguros de ello, hablamos con él y nos contó que hoy había planeada una sesión en un lugar llamado Uuritowasi (La casa de los pájaros). Un lugar increíblemente hermoso.
John, el dueño del lugar donde se va a llevar a cabo la toma viene a recorgernos al hospedaje, junto con su esposa, Violica. Aguardamos en casa de ambos, conocemos a sus hijas y nos cuentan unas historias desgarradoras sobre las pequeñas abriéndonos su corazón. Luego el nos cuenta su experiencia con la ayahuasca y como conoció a Winston.
Winston tiene 40 años, desde niño, conoce todos los secretos de las plantas medicinales, en concreto de la ayahuasca. Su abuelo también fue curandero y le enseñó todo lo que sabe. Nos contaba que el quería ser policía cuando era joven... pero que la planta, le reveló que sumisión era curar a las personas. Seguir los pasos de su abuelo. El lo negó por mucho tiempo, pero la planta le no cesaba de insistir que esa era su misión. El sabe muy bien, que no puedes ir en contra de lo que te dice la planta.
He estado pensando mucho sobre la Ayahuasca, y no puedo evitar sentir cierto temor. He escuchado que en algunas personas no funciona, tengo miedo de que no me muestre lo que yo espero, o no haga efecto en mi. Hoy es mi tercer día de periodo y no es recomendable hacerlo cuando estás con la regla, ya que descargas mucha energía que puede resultar dañina para los que están a tu alrededor. Me han dicho que no me preocupe, porque a partir del segundo día de periodo ya no resulta problemático. Es un ritual que necesita todo un proceso de praparación porque el cuerpo necesita estar limpio, para que la planta pueda realizar bien su trabajo, si no, puede no funcionar o hacerte daño.
Se que la planta terminará revelándome que lo que ella quiera, pero me gustaría buscar en este viaje la espiritualidad de la que todo el mundo habla y que yo no logro encontrar. Saber porque me cuesta tanto tener fe.. Porque a veces la siento y en cambio otras estoy tan perdida que me da miedo. Porque tengo tanto miedo por lo que vendrá, que es la muerte y a donde nos lleva. Quisiera hacer frente a esa parte de mi que provoca mis miedos y angustias. Porque mi cuerpo se enferma constantemente y mi cabeza no puede dejar de dar vueltas por ello. Quisiera sacarlo de mi cuerpo. Extirparlo para siempre.
Solo espero estar preparada.
Pasamos la noche aquí, en este lugar mágico rodeados de naturaleza en su estado mas puro, donde el agua y la tierra se funden en una sola materia. El río suena de fondo como un murmullo constante, incansable. La montaña forma surcos en las rocas donde los animales e insectos habitan protegidos por su madre, la tierra.
Anoche la luna nos acompañó brillando grandiosa sobre nuestras cabezas, ilumando la oscuridad de la noche amazónica. Las estrellas vibraban en el cielo como focos infinitos en el vacío. Se siente uno tan pequeño ante la inmensidad de la noche y mirando el universo oscuro, negro, inalcanzable, pero que casi podía rozar con mis dedos.
Pasé la noche teniendo sueños cortos, despertándome a cada poco. Me perseguían unos lobos. Yo corría y corría y ellos seguían detras mío, pisandome los talones. Podía escuchar su repiración jadeante casi en mi nuca. Uno de ellos me miró fijamente a los ojos, enseñándome sus colmillos, sus ojos azules penetraban los míos hasta quemar. Me desperté. Fuera de la carpa solo se escuchaba el sonido del agua fluir entre las piedras del río y los insectos nocturnos comunicndose. Nunca había escuchado algo parecido.
Ahora estamos listos para limpiarnos. Los baldes están preparados, uno vacío, el otro con agua tibia. La purga va sacar de nosotros todas las impurezas que nos impidan que la ayahuasca trabaje como debe.
Me siento nerviosa, ansiosa, de un modo que no puedo expresar. Solo espero que cuando llegue el momento, no me falle la fe que quiero depositar en ella.
Esta mañana nos bañamos en el río. Siento el cuerpo dolorido por haber dormido en el suelo.
Anoche, antes de que se fuera el sol por completo nos volvimos a bañar, los árboles y las rocas reflejaban en el agua igual que un espejo. Lo que siento cuando miro al cielo es inexplicable, solo se puede comprender cuando uno lo admira con sus propis ojos, porque lo que se siente ante tanta belleza va por dentro. Me hace muy feliz estar compartiendo todo esto con él, por eso se que es especial. Se que él está sintiendo lo mismo que yo, sobran la palabras.
Tenemos suerte de encontrarnos con buenas personas. Ayer Violica dijo algo que nos dio mucho que pensar: “las personas nos encontramos con gente de nuestro mismo nivel espiritual. Si eres bueno de corazón, terminarás encontrándote con gente buena”.
Una se pregunta, como pueden suceder cosas malas en un lugar tan mágico como la selva. La belleza a veces es engañosa, creo que ese es su modo de cuidarse y protegerse. Si no fuera así, no se que quedaría de este lugar con la codicia insaciable del ser humano.

27.06.2010

Especial, única, agradecida por estar viva. Por ser parte de esta maravilla llamada tierra, y ser una parte más de la naturaleza.
Tras beber el tabaco líquido empezó la purga. Los vómitos duran unos veinte minutos, según cada persona. Que extraña sensación recorre tu cuerpo, quema tu estómago y saca todas las impurezas que tienes adentro tuyo. El mareo te acompaña por horas, pero entonces, te sientes más limpia y pura de lo que has estado nunca. Todo el día sin ingerir nada más que un poco de caldo. Ansiosa, con miedos y dudas. Con ganas de descubrir de una vez por todas lo que me esperaba en este viaje pero llena de controversias frente a lo desconocido.
Empezó el ritual. Quince personas junto al Guía, chaman o curandero. Al costado sus ayudantes. Todos y cada uno de nosotros hablamos, nos sinceramos y contamos por qué etábamos ahí y que esperabamos de ello. Concentración, mucha concentración. Se respira la magia en el lugar, en cada uno de nosotros. El humo del palo santo y los mapachos innundan mis pulmones, la única iluminación, un pequeño fuego a lo lejos. Y las estrellas, siempre las estrellas y la luna acompañándonos.
Hasta el último instante me asaltan las dudas... Y si lo que veo no es lo que quiero? Y si descubro algo que no quiero saber? Entonces frente a mi está Claudio con la copa. La cogo entre mis manos temblorosas, cierro los ojos y digo en voz baja “tengo fe en ti, guiame y cuidame”. Una sensación espesa como la miel pero amarga como la sangre del árbol recorre mi garganta. Siento como llega a mi estómago. Ahora, ya no hay marcha atrás, solo queda esperar que la planta comience a hacer su trabajo.
Todos permanecen en silencio, concentrados. En poco menos de media hora comienzo a sentirla. Primero en mis estremidades, después en mi pecho hasta que al fin llega a mi cabeza como una bala pesada apoderándose de todos mis sentidos. A lo lejos escucho los primeros vómitos. Comienzan los ícaros, con sus cantos en guía me avisa de que ya empezó todo...y de pronto, como una explosión de luz y energía algo estalla en mi mente y salgo disparada volando hacia las luces, los colores. Empiezo a agrandarme y veo como mis dedos se van convirtiendo en finas ramas de árbol. Alguien tira de mi con fuerza desde lo alto, intenta sacar mi alma, empujando con fuerza, veo como mi cuerpo se aferra a la tierra y lucha por quedarse sentado. Busco a tientas en balde, y comienzan los primeros vómitos. Esto, solo es el comienzo de un viaje extraordinario.
Veo un enorme y grandioso caleidoscopio de millones de colores, es tan hermoso que no puedo cerrar mi boca de asombro... soy diminuta frente a la inmensidad de colores y figuras que se forman ante mis ojos. Formas que nunca antes había presenciado. Es una imágen tan hermosa que me desborda. Da vueltas y vueltas sobre mi misma.
Abrazo el balde, los vomitos comienzan de nuevo, se convierte en un profundo pozo oscuro en medio de la selva. Siento miedo. Es tan fuerte y tan intenso lo que siento que creo morir. No se que hacer ni como actuar, todo da vueltas a mi alrededor, las imágenes me atormentan. Quiero tumbarme, estar tranquila.... pienso en el momento en que todo pasará y estaré de nuevo tranquila,junto a él,tumbados los dos y abrazándonos.
El miedo me da una tregua y siento unas presencias a mi alrededor que cuidan de mi, me protegen, me ayudan, toman el balde. Siento unas manos y unos fuertes brazos que me levantan que me dicen que siga adelante, que no caiga. Vuelve el miedo, es tan intenso que creo no poder resistirlo. Grito, grito con todas mis fuerzas, de mi boca no sale sonido alguno. Miro a mi alrededor buscando ayuda. Busco su mirada, le necesito, entonces lo veo, sentado a mi lado, metido en lo suyo, en su propio viaje. Cada vez está más lejos, tanto que no puedo alcanzarlo. Miro al resto de personas, están lejos de mi, inalcanzables también.
Me azota un sentimiento de profunda soledad, entonces me doy cuenta “estás sola en esto” me digo. Es un trabajo tan individual y personal, solo eres tu y lo que la planta decida hacer contigo.
Entonces empiezo a escuchar una voz que llega desde lo más profundo de la tierra. Los sonidos de los insectos de la noche son embriagadores, ensordecedores. La voz me habla, una voz de mujer que me dice y me repite que no me preocupe por nada, que ella es mi madre y está ahí para cuidarme. Me acaricia, seca el sudor de mi frente, y me acuna entre sus brazos. Quedo envuelta por ella, me convierto en un feto en su barriga, la barriga de la tierra.
Me fusiono con la naturaleza, convirtiéndome una pieza más de la tierra, parte árbol, parte piedra, parte insecto... todo sube y baja a mi alrededor, el viaje cósmico ha comenzado y ya no va a terminar. Vuelvo a vomitar, siento que ya no puedo expulsar de mi cuerpo nada más, pero continúan las nauseas. Las manos siguen acariciandome, sujetan mi frente y su dulce voz me susurra en el oído palabras de amor y tranquilidad. Que me deje llevar sin temores.
De fondo los ícaros del guía comienzan de nuevo, en aguaruna me atrapan y me llevan por el camino correcto, me ayudan a concentrarme y a relajarme, cada vez que terminan me siento perdida, pero sus ícaros me regresan, me guían.
La planta no deja de hablarme, de mostrarme, me dice que tenga fé, que la fé está en mi, dentro de mi y en todo aquello que me rodea.
Veo unos seres increíbles, que nunca antes había visto. Yo creo que son extraterrestres pero no estoy segura. Son grandiosos y alargados, sonríen mientras proyectan unas imágenes al fondo. Me fijo y veo el planeta tierra, pequeño a lo lejos. Intento alcanzarles, llamar su atención, pero no se percatan de mi presencia. Hay un atadecer, escucho el mar al fondo, el Mediterraneo se abre paso frente a mis ojos, huelo la sal de sus aguas. Es tan hermoso que siento ganas de gritar, de llorar y sonreír de felicidad hasta explotar.
Mi cuerpo no deja de moverse, da vueltas y más vueltas. Miro al cielo, ahí se presentan todas las imágenes, incansables e inalcanzables. Siento que estoy en un trance inexplicable. La tierra no deja de hablarme con su envaucadora voz. Me cuida, me siento arropada por todo el amor que me brinda. Intento tumbarme y cuando lo hago siento que mi cuerpo se descompone y los gusanos se comen mi piel y mi carne putrefacta. Una fuerza extraña me arrastra hacia arriba y me dice que aún no es hora. Vuelvo a sentrame.
Entonces lo veo, ante mis ojos un enorme corazón late lleno de vida. Es el corazón de la tierra, un corazón de fuego, lleno de luz y de vida. Escucho sus latidos y me siento tan afortunada de presenciarlo que no puedo creerlo. Empiezan a escucharse unos gritos, y el hermoso corazón empieza a desgarrarse, veo como sangra. Sangre que sale a borbotones de lo más hondo. Cada vez son más fuertes los gritos desgarradores de dolor, es la tierra que llora, que está sufriendo y que pide auxilio. De dice que la ayude, que la están matando y que está sufriendo. Sus chillidos de socorro me abruman. Grita y llora de dolor. Y empiezo a sentir su mismo dolor en mi corazón
y empiezo a llorar desesperada, como nunca antes he llorado. No puedo parar. Grito y le ruego que me perdone, que nos perdone, a mi y a todos los seres humanos que estamos terminando con su vida. Me voy haciendo más pequeña mientras lloro desconsolada, lloro por mi familia, y la distancia. Porque extraño ser pequeña extraño aquello que ya no va a regresar y que no volveré a tener ni a sentir. A mi mente se vienen recuerdos de mi infancia, momentos que ya no recordaba. Me siento tan feliz. Entonces me veo con el, y veo a mi hijo. Los tres nos abrazamos.
Apoyo mi cabeza en la madera y por instantes abro los ojos. Miro a mi alrededor, y soy consciente de donde estoy. Le miro, y ahí está a mi lado, pero tan distante. Quería acercarme a él y preguntarle como estaba, saber como estaba viviendo todo, que me contara y contarle. Que estaría sintiendo.
En silencio le digo que le amo, que no se preocupe que estoy a su lado. Se que él también me habla.
Veo una luz a lo lejos, una puerta en el cielo que se abre y de la luz blanca una silueta que me tiende sus brazos. Siento un amor indescriptible. Hasta en los peores momentos me siento querida, protegida, lleno de amor y bondad. Se que la planta no quiere hacerme daño alguno.
La tierra sigue cuidando de mi, hablandome sin parar, sacando de mi interior todo aquello que me causaba algún daño.
Empecé a sentir un frío terrible, no podía dejar de temblar ni bailar al compás de los cantos, que no cesaban y me acompañaban todo el camino. Penetrando en mis oídos como una música celestial y recoriendo mi cuerpo como una serpiente. Millones de insectos vuelan a mi alrededor, serpientes, arañas, pero yo no tengo miedo. Todos son mis hermanos, yo también soy un ser hijo de la tierra. Soy parte de toda esa maravilla.
Entonces siento su mano, nos abrazamos, y empiezo a llorar de nuevo. Me siento tan agradecída por estar ahí, por estar viva y haber sido testigo de todas estas imágenes hermosas que se me han revelado. Empecé a darle gracias a la tierra, por dejarme ser parte de toda esa belleza y hacerme bella como ella. Como todo ser vivo que viene de sus entrañas.
Me convertí en un pequeño pájaro columpiandome en una jaula gigante, hermosa, con suaves colores. Siento una calma intensa y estoy tan bien que no quiero dejar de columpiarme. Empecé a correr sobre el lomo de una serpiente, veo mis pies moviéndose con rápidez sobre su lomo de colores.
La planta seguía trabajando en mi cuerpo, rasgando en mi estómago todo lo negativo. Cuando los ícaros paraban los sonidos de la naturaleza me invadían y me perdía en ellos como en una mágica melodía. Ya no habían miedos, ni temores. Me sentía más segura que nunca. Con una paz y un amor en mi interior descomunales. El también lloró, y le brinde mi mano. Sentía como nuestras energías fluían por entre nuestros dedos. Y una infinita conexión que nos hacía un solo ser.
Sentí que la planta nos unió aún más, que nuestro amor era tanto y tan lejano que nada puede hacerme más feliz que estar a su lado.
En mi viaje buscaba a mi madre constantemente, pero la tierra se me aparecía convertida en una hermosa mujer y me abrazaba, me repetía que ella era mi madre, que era ella quien ahora me cuidaba y protegía.
Me di cuenta de lo insgnificantes que somos, seres diminutos en la grandeza del universo, de un mundo que poco sabemos apreciar. Mi mente se convirtió en un mundo de imágenes y pensamientos desconocidos, y mi cuerpo solo era un pedacito en todo este viaje.
Cuando el curandero se acercó a mi y me tocó la cabeza, algó en mi mente se abrió. Me sentí tan especial, tan conectada al mundo, a la tierra, que no tengo palabras para expresarlo, solo es algo que se vive y que ya nunca te deja.
Ahora se quienes somos, y de que estamos hechos. La tierra me lo mostró. De sus entrañas venimos y a us entrañas regresamos al morir. Ese es nuestro camino y nuestro destino, lo demás, es insignificante.
Ayer mi vida dió un giro. Viví la experiencia más increíble y sobrenatural que viviré nunca. Siempre con todo el amor y el respeto que se merece este ritual y esta maravillosa planta.
Un viaje cósmico, inexplicable que he intentado expresar con las palabras posibles y que se quedan tan cortas que resulta frustante. Lo llevo conmigo, en mi mente, acompañándome por siempre desde ahora.

A.Benlloch