lunes, 15 de noviembre de 2010


Los reyes magos no existen

No me gusta la navidad. Es más, la detesto. Me saca de quicio empezar a escuchar los dichosos villancicos dos meses antes de que empiece toda la parafernalia. Los centros comerciales rebosantes de muñecos de papa Noel bailando con caras desquiciadas que me causan pesadillas, árboles con lucecitas que no dejan de repetir las mimas canciones una y otra vez. Bombardeos constantes de comerciales en televisión con juguetes cada vez más sofisticados (y mas caros). La gente como loca gastando dinero en cosas absurdas que regalar, y que luego quedan olvidadas en el armario.
Pero lo peor es, que resistirse a todo esto conlleva sentirte mal por ser la única en la familia que no ha comprado regalos para todos. Por mucho que defiendas tu posición, terminas quedando como una tacaña.
Lo que está claro, es que la navidad esta hecha para los niños… ignorantes y rebosantes de felicidad por toda la magia que desprende esta época del año, cuando eres niño, te importa un pito que naciera Jesús en esos días. Y quien chucha era Jesús para nosotros?
Yo recuerdo las navidades de mi infancia como los momentos mas mágicos del año, unos días que esperabas ansiosa durante 11 largos meses. Caminar por las calles iluminadas con luces de colores, cantar villancicos por las casas, los fiestones familiares el día de nochebuena con bailes y sorpresas, las ferias navideñas, los mercados, los disfraces, las comilonas, las matasuegras de año nuevo, el olor de las castañas asadas… pero lo mejor, sin duda, la noche de reyes.
Durante todo el año preparabas tu carta a los reyes magos, pocas veces tachando algo, pero siempre añadiendo mas cosas a medida que se acercaba el gran día.
Detrás tuyo los comentarios de los mayores siempre advirtiendo “si no te portas bien no te traerán nada los reyes más que carbón”. Uno no se da cuenta de cuan traumático puede ser para un niño pensar que hay unos seres que siempre te están vigilando y que siguen todos tus pasos.
Pese a todo, los reyes magos eran los seres mas mágicos y sobrenaturales que existían sobre la faz de la tierra. Tres extraños seres inmortales, que en una noche podían viajar por todo el globo terrestre entrando una por una a todas las casas, sin ser nunca vistos y dejar regalos que sacaban de una bolsa interminable.
Aunque ser niño e ignorante, no significaba ser imbécil. Cuando les preguntaba a lo mayores porque si los reyes eran tan mágicos y llevaban regalos para todos, habían tantos niños en el mundo que no tenían juguetes. No recuerdo una sola respuesta coherente a mis cuestionamientos.
La emoción de esos días y la espera incesante de la noche más mágica de todos los niños me hacía olvidar cualquier pregunta o duda que surgiera al respecto.
Nunca creí que esos reyes disfrazados en la plaza del pueblo sobre los que te sentabas, fueran los verdaderos magos. A leguas distinguías la barba postiza y el carbón de la cara de un blanco que fingía ser Baltasar, por cierto, mi rey favorito.
La noche del día 5 los nervios no me dejaban dormir, me metía en la cama junto a mi hermano y ansiosos, esperábamos que llegara la mañana del 6 para ver la sala colmada en regalos.
Los zapatos bajo el árbol, nunca supe para qué, un cuenco con agua para los camellos, galletas y leche para que los cansados y exhaustos reyes recuperaran fuerzas.
Al final el sueño me vencía por mucho que quisiera ser partícipe de su llegada.
Recuerdo las mañanas temprano, mi hermano y yo nos despertábamos de un salto y corríamos por el pasillo hasta donde se encontraban todas nuestras esperanzas. Un montón de regalos de todos los tamaños, con nuestros nombres dibujados “para Alba de Baltasar” en unas letras alargadas como las de un rey verdadero.
“Ya vinieron los reyes!” Gritábamos. Y ahí empezaba la mejor tarea de todas, romper a tirones el papel y empezar a vislumbrar las primeras letras de la caja donde aguardaba tu ansiado regalo.
Fueron buenas épocas aquellas… la navidad era maravillosa.
A los 8 años, mi vida dio un giro inesperado. Toda la magia, la inocencia que me había acompañado por años se vio de pronto pisoteada por el comentario desafortunada de una niña malcriada y sin corazón.
“Los reyes magos no existen, son nuestros padres los que dejan los regalos” aún recuerdo perfectamente el lugar donde me hizo partícipe de esa confesión tan terrible. No podía creerlo, discutí con ella con lágrimas de rabia en mis ojos justificando sus explicaciones en que ellos eran mágicos y con la magia todo se puede.
Pero los niños son demasiado inteligentes, me gusta pensar que en aquel entonces yo también lo era. Sentada sobre mi pelota de baloncesto, mi hermano, que para entonces ya hacía tiempo había pasado por esta traumática etapa, y mi madre, se encontraban en mi habitación. Tras dudarlo y pensarlo con detenimiento, me hice el ánimo y terminé preguntándole “mamá, es cierto que los reyes magos son los padres?” recuerdo como quedaron de pronto en silencio, mirándose entre ellos y balbuceando. Su primera reacción fue negarme lo evidente, pero ya poco podía hacer para devolverme la maravillosa ignorancia que me había colmado de felicidad todos estos años.
“Bueno, algún día debías enterarte, así es, los reyes magos no existen cariño, somos los papas”.
En ese momento sentí que una parte de mi infancia quedaba atrás y se alejaba de mi de la forma más dolorosa posible. Toda mi vida había sido un fraude. Los reyes magos, el ratoncito Pérez, David el gnomo… todos eran parte de una confabulación inexistente de la que ya nunca más iba a formar parte.
Darme cuenta de que ya no iba a ser inocente nunca más me rompió el corazón. Se que mis padres estaban felices al saber que ya no tendrían excusa para decir “no hijita ese regalo no que es muy caro y los papas no lo podemos pagar” claro, como ya no eran reyes, y mucho menos mágicos, terminaban por regalarte una imitación barata de lo que habías escrito en tu carta, ahora limitada a tres regalos por año.
Enterarme de esa verdad fue realmente desolador. Ya nunca más volví a ver la navidad tan mágica y misteriosa.
Con los años fue peor. Las tiendas, el dinero, la publicidad… lo más doloroso, era ver como el mercado se aprovechaba de los sueños y la ilusión de estos niños para exprimir económicamente a los padres.
Ahora se todo el esfuerzo que durante todo ese tiempo, tuvieron que hacer mis padres pidiendo prestamos para contribuir en la felicidad de unos niños que por años, creyeron ciegamente en el poder de la magia, la fantasía y la ilusión de una idea.
Sí, de hecho no me gusta la navidad, pero me encanta ver a esos enanos felices esperando ansiosos la noche con la que tanto han soñado.

A.Benlloch

2 comentarios:

  1. Magia, era pura magia
    lo recuerdo como algo "dulce", especial.
    Era la Navidad
    El sorteo de la loteria con los niños cantando los números de la suerte
    las comidas y cenas en casa de los abuelos con la familia que no veías durante el resto del año.
    las "estrenas" unas monedas que te llenaban de ilusión.
    Eran tantas pequeñas cosas que te llenaban tanto, tanto....
    y no estaba el corte ingles con sus insoportables campañas publicitarias.
    tampoco estaban las "burbujas de Freixenet"
    recuerdo las muñecas de "famosa" y sobre todo un anuncio de Pepsi-cola.... ""Felicidad, felicidad... Pepsi-cola les desea felicidad"
    Entonces salía en la tele Franco y ahora sale el Rey desando unas felices fiestas... ¡A cual de los dos mas imbecil"... Uno inaugurando pantanos y el otro fabricando nietos para que vivan del cuento y de nuestros impuestos.

    QUE MENTIRA, QUE ENGAÑO, QUE FARSA, QUE ASCO.... Como nos comen la bola los "grandes almacenes" La Navidad, la familia, la paz,
    Y llega el día 7 de Enero que acabó el adviento, para comenzar con el día del padre, y el de la abuela, el de la madre, y el de su puta madre.

    Nos enteramos de la realidad de que los reyes son los padres... ¡ este es el mal menor!
    Lo malo es cuando nos enteramos y descubrimos con el tiempo que los reyes (los de verdad de sangre azul) y todos los bufones que los rodean están viviendo a nuestra costa, de nuestros impuestos.
    "La geina y gyo os dgseamos feligces navidades" tontos más que tontos que no se ni hablar... que pa eso soy un borbón
    Juanito Carlos dixit

    muchito

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  2. jajajajaja maravilloso, sublime!
    Abajo la monarquía! que los reyes son de todo menos mágicos... ladrones, sin verguenzas y aprovechados.

    Muchito más

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