Los tipos duros también lloran
A modo de despedida efímera, prolongada o definitiva, me hubiese gustado escribirte una carta real. Pero el corrector ortográfico no es tan bueno y los tiempos, no son los que desearía.
A modo de despedida efímera, prolongada o definitiva, me hubiese gustado escribirte una carta real. Pero el corrector ortográfico no es tan bueno y los tiempos, no son los que desearía.
Durante todo este tiempo que he
estado recordando cosas, esas que me hacen sentir bien, a tu lado, no me
maldigo de ninguna manera, si no que me hace pensar cual es la razón de
toda la desconfianza que te he profesado.
Tal vez demasiadas películas de
Bruce Willis en mi infancia creyendo que los tipos duros no bailan ni lloriquean
en una situación límite. Lo que siempre me preocupó, es que el personaje
absorbiese al actor y creo que lo de controlar el método Stalisnavski no
es lo mío.
Siempre
me has hablado de compartir cosas y yo sin embargo he estado obsesionado por
otras.
Todo
esto; la separación, la ausencia, me ha servido para mirar hacia dentro y darme
vuelta a las tripas. Me he preguntado muchas veces desde que te fuiste si todo
hubiera sido mejor, pues no lo sé, ni lo sabré nunca.
Para
qué mentirte, después de tanto tiempo, en muchos momentos te pensé como una
carga, sí, hay cosas que no son justas y ésta es una de ellas.
Cuando
una y otra vez me reiterabas que tenías cosas adentro tuyo, yo ya sabía,
que todo lo que tenías que sentir y que hacer no las harías nada más que para ti.
Nunca
te amé tanto, como el año que compartimos nuestras vidas en aquel destartalado
departamento, sin muebles y cayéndose a pedazos.
De
algún modo te retuve a mi lado más tiempo del que habrías deseado. Tanto, que
nunca tuve el valor de pedirte que te quedaras y te acompañé a la estación
llevando tus maletas.
Aún
conservo el libro desteñido y usado que me regalaste, con esa dedicatoria a
modo de despedida, donde se desdibuja un corazón a lápiz entre las líneas.
Referente
al vacío que me dejaste, no lo puedo sustituir por otro, simplemente queda
ahí. Realmente no es una falta, es la consecuencia de algo que ya venía
rondando hacia tiempo.
No
tengo idea que devolverá de mi esta partida, me seduce
pensar que pueda alguna vez, verte viejita y arrugada y peinarte el cabello.
Y aunque me joda, no voy a negarlo, me alegra saber que es un buen tipo
el que está a tu lado, y que tienes con él más cosas en común de las que pensé
que tendrías conmigo.
Al final, solo me queda decir, que los tipos duros sí bailan, lloran, se
emocionan y luchan solamente por las cosas que merecen la pena.
A.Benlloch
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