lunes, 19 de septiembre de 2011


Caravana en La selva


Con cada caravana es lo mismo. Llenos de nervios y entusiasmo nos embarcamos rumbo a las ciudades y pueblos que durante un mes se convierten en nuestro hogar y nuestra sede de aprendizaje sin precedentes. Pero esta caravana iba a ser diferente.
Por primera vez el departamento de Ucayali nos iba a recibir el mes completo. Trabajando mano a mano con los jóvenes líderes, profesores y alumnos de las comunidades de San Francisco, Nueva Betania, Santa Teresita, Yarina y la Universidad de la UNIA.
Todos saben que la selva es mágica, extraordinaria, donde la naturaleza se manifiesta en millones de formas y sonidos y se convierte en una auténtica aventura recorrer sus caminos, surcar sus ríos y adentrarse en las profundidades de sus bosques.
Un paraíso salvaje que nos enseñó a comprender la sabiduría milenaria, a respetar sus leyendas y en ocasiones a temerlas. Que nos enseñó a emocionarnos con las historias de estos jóvenes apasionados y a enamorarnos de sus maneras de ver la vida y comprenderla.
Nadie dijo que la selva fuera un lugar fácil, y nos dimos cuenta rápido. La segunda semana sufrimos dos bajas importantes. La pasamos entre hospitales, la trocha del camino en mototaxi y las grabaciones bajo un sol tan intenso como agotador.
Cuando en la selva hace calor, hace calor de verdad. El sol te golpea tan fuerte que te arranca el habla. Como si el tiempo se detuviera y el mundo se estancara a tu alrededor.
La manteca de boa y el palo santo nos ayudaron a sanar y espantar a los mosquitos. Aunque de poco sirve el repelente cuando de sangre nueva se trata.
Llegamos a Pucallapa listos para sufrir el calor y no el friaje que nos sorprendió. Los vientos huracanados y los gallinazos volando en bandadas sobre nuestras cabezas, esperando pacientes la la cena. Y un terremoto que agitó la tierra como si fuera de madera.
Pese a todo logramos los objetivos. Salieron cinco hermosos documentales y una fanzine lleno de historias, dibujos y fotos.
La última semana, tras las amanecidas de la edición se proyectaron los documentales con los nervios a flor de piel por el estreno y el duro trabajo realizado en todo el mes.
Fue muy lindo ver la reacción de la gente en las comunidades. Reconocerse a sí mismos, ser conscientes del hermoso lugar de donde vienen, los problemas que les afectan y que también afectan a otros. Nos contagió el orgullo y la satisfacción de los chicos y profesores que vieron culminados todos sus esfuerzos.
Pero como todo, lo que comienza también tiene un final.
Nos despedimos de la Quinta Rosa, la casa que fue nuestro hogar, frente a la laguna de Yarinacocha, de los bufeos mágicos, y los cielos infinitos. Nos despedimos de las ratas que asolaron nuestros techos y del cafetín Gloria´s que ricamente nos alimentó todo el tiempo.
También de todos nuestros amigos, de Warmayllu, de la UNIA, de San Francisco, de Betania, de Yarina y Santa Teresita. Shipibos, Awajunes, Ashaninkas, Quechuas y mestizos.
En ellos, se refleja la riqueza del país increíble donde vivimos.


A.Benlloch

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