lunes, 26 de enero de 2015

Reconociéndome

En ocasiones aun me cuesta reconocer quien soy en este momento. Como si la persona con la que me toca lidiar cada día estuviera siempre esperando algo, algo que va a llegar, quizá cuando ya pueda volver a ser quien era antes de que todo esto empezara. Mentira, porque esa persona ya no es más ni será nunca.Aun me sorprendo a veces. Lo irracional y animal que puedo ser y lo poco que me importan algunas cosas que antes si me importaban. Todo queda a un lado, y nadie, excepto quien está pasando por algo similar, puede entender como te sientes.Empiezas a vivir una etapa en la que la razón simplemente deja de funcionar para moverte por instintos y ritmos naturales. Fuera de la sociedad, del ruido, de las opiniones absurdas de la gente que no tiene idea alguna de lo que sientes, por muy buena intención que tengan. Si generalmente una tiene miedo a enfrentarse a si misma, a sus miedos y pensamientos más oscuros, esta es una etapa en la que inevitablemente haces frente a todo esto. A tu naturaleza más salvaje y desoladora. A tu infinita capacidad de levantarte cuando ya no puedes más o a reír cuando realmente tienes ganas de gritar hasta quedarte sin aliento.Esperas, con una infinita y sorprendente paciencia, pero un día despiertas y te das cuenta que te engañaron y que esta etapa supuestamente pasajera no termina nunca, y que aquella que fuiste dejando atrás durante el embarazo es hoy alguien totalmente distinta. Me veo como madre, como si siempre hubiese sabido que debo hacer en cada momento. Teniendo que lidiar con una una sociedad que te lo pone difícil cuando quisieras criar a tu hija de cierto modo.A veces no se si me gusta que me miren todo el tiempo como madre. Soy mujer, soy libre, eso creo. Quiero decir, tengo necesidades. Me gusta sentirme atraía y sentir que puedo atraer a alguien. Aunque ciertas cosas como el sexo por ejemplo, hayan perdido relevancia en mi vida presente, aun me gusta soñar que hago el amor y que alguien pierde la cabeza por mi.Soy demasiado pasional, cuando hablo, cuando siento, cuando actúo. No digo que sea bueno o malo, simplemente lo soy. Quizá por eso a veces me desgasto tanto y de pronto caigo exhausta sin saber muy bien por qué estoy tan cansada de todo. Sin querer exijo que otros sientan como yo, así, intensamente, como si el mundo fuese a explotar mañana mismo.Quizá por eso las madres amamos de esa manera tan irracional a nuestros bebes, porque son los únicos que pueden respondernos del mismo modo. Me siento como una leona, así me sentí el día que parí a mi hija, y cada vez que la he puesto en mi pecho para alimentarla. Te conectas con tu naturaleza más salvaje, más indomable y lo siento todo el tiempo, cada vez que mis pechos se cargan de leche y me empapan la ropa, o cada vez que siento unas ganas terribles de lanzarme en el cuello de alguien por estúpido o engreído. Siento que mi interior es un batiburrillo de emociones que siempre están punto de estallar. A veces estoy más calmada, pero igual siempre ando pensando. Me mantiene viva recordar algunas cosas como los olores de algunos lugares por los que he pasado, la música con la que he bailado, las personas que me han removido las tripas. Y no dejo de soñar nunca o de imaginar que otras tantas cosas voy a hacer en algún momento, porque nada para mi ha terminado, solo estoy esperando. Mientras tanto me llena el corazón despertarme por las mañana y escuchar las primeras palabras de Maia o ver su sonrisa aún dormida dándome la bienvenida a un día increíble a su lado. No necesito emborracharme o fumarme un peta para sentir más fuerte, ya genero suficiente oxitocina. Y en serio, que esto de ser madre es una auténtica locura, algo que llevas por dentro, que te hace estar por encima de tantas cosas que ahora sientes mundanas.Ni siquiera se como me veo, o como me verán los demás además de como madre. Pero nunca me sentí más viva y capaz de todo, más bella y más mujer de lo que soy ahora. 

A.Benlloch

No hay comentarios:

Publicar un comentario