miércoles, 11 de noviembre de 2015

Mientras me quede voz

Somos lo que leemos, lo que escribimos, lo que decimos y las causas que decidimos defender. 
No hay respuesta del Gobierno, más bien silencio, negación. Afirmar entre risitas y con la boca exorbitada que en este país ya no quedan fosas que exhumar cuando España es el segundo país del mundo en número de desparecidos cuyos restos no han sido recuperados. 
Lloro y es por vergüenza, por rabia, por incredulidad ante la posición de un Gobierno fascista y olvidadizo que poco sabe de historia, o que sabe demasiado y por eso tiene miedo de hablar, no sea que saque harta mierda y los salpique a todos. Lloro porque no lo entiendo. 
La España que perdió, los derrotados de una causa invencible. Los encarcelados, los muertos, los silenciados. 
Y los familiares, que nunca callaron y esperaron, y esperan. 
Este es nuestro país, inmerso en una cultura de desmemoria, del "hacer olvido", es un mal que heredamos del franquismo, junto al miedo a expresarse, la apatía política, la desgana por la participación, el miedo a la libertad, la confusión entre democracia participativa y democracia vigilada. 
Esa es España, la España del himno horrible y sin letra con el que nadie en sus cabales se identificaría jamás. Pero es que si hay gente que lo hace, que pretende fingir que aquí nunca pasó nada, que aquí nunca hubo una guerra civil con más de 200 000 personas asesinadas y más de 114 000 desaparecidos.
Hoy escuché este poema de Marisa Peña y lloré de rabia, de dolor, porque las heridas de este país nunca sanaron, porque siguen abiertas y duelen, duelen demasiado. 
"Mientras me quede voz
hablaré de los muertos
tan quietos, tan callados,
tan molestos. 
Mientras me quede voz
hablaré de sus sueños,
de todas las traiciones,
de todos los silencios,
de los huesos sin nombre
esperando el regreso, 
de su entrega absoluta
de su dolor de invierno. 
Mientras me quede voz
no han de callar mis muertos. "

A.Benlloch


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